10 anécdotas sobre El Gran Wyoming

Nació en el piso que tenían sus padres, encima de la farmacia donde trabajaban. Situado en el cruce de calles Marcenado con calle Sánchez Pacheco, de Madrid. Barrio de la Prosperidad. Tras la muerte de Franco, durante la transición, las farmacias eran objetivo de los atracadores. Adjudicaron un guardia a cada farmacia, en la suya había un policía nacional.

Veraneaba en el pueblo de sus abuelos maternos, La Puebla del Salvador (Cuenca). En verano cazaban pájaros con la liga (especie de pegamento que dificulta el vuelo de los pájaros). Un día, una tía suya le ofreció un refresco; que era agua de botijo con un par de cucharadas de azúcar. 

Su abuelo materno se llamaba Julián y su abuela Piedad. Su abuelo que estaba sordo, hablaba a veces en alto, sin darse cuenta que sus interlocutores le escuchaban, y producía escenas rocambolescas; por ejemplo, cuando venía una visita comentaba: “¿A qué vendrán estos? ¿Qué querrán ahora? Nunca vienen a dar”. Las visitas se quedaban sorprendidas fingiendo que no habían escuchado nada.

Con once años entró en la OJE (Organización Juvenil Española) y al año siguiente se sacó el curso de jefe de escuadra.

Su padre, conforme iba juntando ahorros, fue comprando un piso a cada uno de sus cuatro hijos.

En su barrio había una colonia de cubanos exiliados (anticastristas). Como su padre y hermanos tenían fama de rojillos, cada vez que llegaba un exiliado al barrio, iban a la farmacia y se lo presentaban de la siguiente manera: “Anda, cuéntale a este señor quien es el Che Guevara”.

Se metió en la tuna del Candil, era una tuna “pirata”, porque no pertenecía a ninguna Facultad. Hizo una prueba para poder entrar, cantando canciones en inglés que se sabía. Le bautizaron como Wyoming. 

También de joven, trabajó en una vendimia durante diez días, en Tomelloso (Ciudad Real).

Su primera incursión en cine fue en el corto “Erase dos veces” del director Iñigo Botas.

Con 27 años le llegó la carta para hacer la mili. Fue al campamento con el SEAT 1430 de su padre. Los sábados y domingos cuando tenían horas libres, se iban a la Troya en Trujillo, donde podían comer mucho y barato. Luego le destinaron al Instituto de medicina Preventiva en Madrid; se encargaba de la administración del banco de sangre del Ejército. También extraía sangre a los reclutas donantes. Se apuntó voluntario para ir a un hospital en la Guerra del Líbano 1982; la falta de voluntarios anuló la misión, pero le llegó una felicitación y le premiaron finalizando la mili.