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CineOcio y Cultura 28/08/2022 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Los Goonies' de James Kahn

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"Los Goonies buscan un tesoro oculto… y lo que encuentran es ¡un montón de problemas! Es verano en el pequeño puerto marítimo de Astoria. Los Goonies están inquietos: una gran constructora amenaza con apropiarse del pueblo. Pero tras encontrar un viejo mapa pirata, el grupo sale a buscar el tesoro que puede salvar a todo el barrio. No cuentan con los esqueletos armados, los pasadizos subterráneos llenos de trampas y un asesino en busca y captura. Y todos ellos desean acabar con los Goonies. Juraron apoyarse contra viento y marea. Por suerte para ellos, porque está a punto de iniciarse la aventura más increíble de sus vidas."



1. Extracto 1

A los Goonies no traicionaré ni por un segundo, 
seguiremos juntos hasta el fin del mundo. 
En el cielo y el infierno o en la guerra nuclear 
nada habrá que nos pueda separar. 
En la ciudad, el campo o el bosque, da igual: 
me declaro ahora mismo un Goony oficial .
—Juramento de los Goonies 

2. Extracto 2

Vivimos en una gran casa de tres pisos con una verja blanca en el jardín, en la parte del pueblo conocida como Muelles de Goon. No está muy lejos de los muelles de verdad —Astoria es un pueblo de costa al norte de Oregón — y es más que nada lo que papá llama «un barrio obrero». Mecánicos, pescadores, trabajadores de la construcción cuando hay trabajo en la construcción; esa es la clase de gente que vive por aquí. Gente como nosotros. Si aquí hubiera lo que llaman «barrios bajos», nosotros viviríamos en ellos; al menos eso es lo que dicen los miembros del Club de Campo de Hillside. Ellos son los que llaman a esto los Muelles de Goon y a nosotros Goons. A nosotros ya nos parece bien; nos gusta quienes somos. Por eso dimos el nombre de «los Goonies» a nuestra banda.

3. Extracto 3

Estaban ante la cómoda del dormitorio de mis padres. Yo me quedé a la puerta. Mamá hablaba con Rosanna, lento y levantando la voz, como si eso fuera a ayudarla a entender algo. 
—Los calcetines y la ropa interior van en el cajón de arriba, las camisas y blusas, en el segundo, y los pantalones, en el de abajo. Siempre hay que separar la ropa. —Se volvió hacia Bocazas—. ¿Puedes traducirle esto? 
—Claro, señora Walsh —asintió él, que se dio la vuelta y dirigió a Rosanna unas palabras en italiano, que más tarde me dijo que significaban: «La marihuana va en el cajón de arriba, la cocaína y el speed, en el segundo, y la heroína, en el de abajo. Siempre hay que separar la droga». Bueno, eso es lo que él me dijo que le había traducido, y yo me lo creí porque Rosanna puso una cara de lo más escandalizada.

4. Extracto 4

El mapa, ajado y roto a trozos, estaba pintado a mano con gran detalle. Todo lo que tenía escrito estaba en italiano, con unas flechas dibujadas en una parte y pequeñas imágenes en otra. Abajo estaba firmado por un tal «Willy el Tuerto»; bueno, lo decía en italiano, pero así lo tradujo Bocazas.

5. Extracto 5

Nos dimos la vuelta en silencio total, corrimos de nuevo a la habitación de la imprenta y cerramos la puerta. 
Tuve que volver a usar el inhalador. 
Gordi estaba temblando. 
—¡Mamá! ¡Papá! ¡Tío Wormer! —repetía una y otra vez. Recuerdo que hizo lo mismo para calmarse después de aquella vez en que se había colado en el cine para ver Viernes 13 segunda parte. 
—Por Dios —susurró Andy, santiguándose. 
Gordi la vio y decidió probar lo que fuese que pudiera ayudarle, aunque, como era judío, él se dibujó una estrella de David sobre el pecho y la barriga.

6. Extracto 6

»Francis asintió muy lentamente. “Willy el Tuerto fue uno de los piratas más ingeniosos del siglo XVII. Empezó como bufón de la corte británica, pero lo echaron por sus chistes verdes y sus gamberradas”. 
»“A ti te hubiera caído bien, Ma”, dijo Jake, y todos rieron. 
»Francis siguió hablando: “Entonces Willy creó su propia tripulación pirata y salieron en un barco llamado Infierno. Willy y sus hombres asaltaron y destrozaron cientos de embarcaciones del rey y amasaron una fortuna, un tesoro valorado en millones. Según la leyenda, tres barcos del rey lo persiguieron y le obligaron a ir más y más al norte, hasta que llegó a esta zona. Mientras le atacaban, Willy llevó su barco hasta una enorme cueva oculta bajo tierra, pero los barcos de la marina la sellaron con fuego de cañón. Willy y los sobrevivientes se pasaron el siguiente par de años escondidos y reparando el Infierno. Exploraron todas las catacumbas naturales, excavaron nuevos túneles y los llenaron de trampas para proteger el tesoro y prevenir ataques. Uno de sus hombres huyó y lo contó, y la historia ha pasado de generación en generación durante más de trescientos años”.

7. Extracto 7

»“Vale, pues, ¿y cómo te llamas?”, le pregunté. Él señaló hacia una página arrancada de un National Geographic, creo, y pegada a la pared. Era un dibujo de un enorme y peludo animal prehistórico al que un tigre de dientes de sable se estaba comiendo vivo mientras los dos se hundían en un pozo de alquitrán ardiente y burbujeante, y debajo de la imagen decía: “Un perezoso gigante, el animal conocido en inglés como ‘sloth’, demasiado pesado para escapar del alquitrán, es la última cena del feroz tigre de dientes de sable, que aún no se ha dado cuenta de su destino”. 
»Señaló primero al perezoso y después a sí mismo, y puso una cara que parecía a la vez avergonzada y orgullosa, y dijo con voz muy grave: “Sloth”. Se golpeó el pecho un par de veces y repitió la palabra. 
»Miré el dibujo más de cerca y, bueno, sí que tenían un cierto parecido.

8. Extracto 8

De repente Stef se volvió hacia Bocazas, que estaba justo detrás de ella, y le dedicó una mirada asesina. 
—Ojo con las manos. Vuelve a tocarme y te suelto una buena. 
Él pareció confuso y se encogió de hombros. Me imaginé que era su típico gesto de «¿quién, yo?». Pero me equivoqué. 
Unos segundos después, Stef se puso colorada de verdad, se volvió de nuevo hacia Bocazas, le dijo «te avisé» y levantó la mano para soltarle un bofetón, pero en el tiempo que le llevó hacer eso emergió del agua un calamar gigante… y, va en serio, la torta de Stef fue a darle a él. 
Tenía un ojo gigante rojo sangriento y era asqueroso, de una especie de color gris rosado, y rodeó con un tentáculo la cadera de Stef, casi por la entrepierna, que era la razón por la que ella pensó que había sido Bocazas.

9. Extracto 9

A través de la obertura rectangular nos llegó un brillo increíble, una luz dorada, casi como de neón. Todos se pusieron a tirar de las tablas, hasta que pronto conseguimos hacer un gran agujero. Yo estaba tan emocionado que no podía esperar un segundo más, así que salté, me agarré a un borde y trepé a la sala de encima de nosotros. Era increíble. Era mágico. Era un jardín de joyas. La sala refulgía con todos los colores del arco iris, gracias a un rayo de luz color cobrizo que entraba por las ventanas a través de algún agujero entre las rocas de afuera, y daba a la mayor montaña de objetos preciosos de la que nunca había oído.

10. Extracto 10

Recuerdo la expresión de Rosanna, que intentaba evitar la tristeza concentrándose en doblar mi ropa mojada sobre una gran roca. Recuerdo su mirada de sorpresa cuando papá iba a empezar a firmar y de repente ella se puso a gritar en italiano.
Eso hizo que papá se detuviera y toda la gente la mirase. Siguió gritando. Oí que Stef le pidió a Bocazas que le tradujera lo que estaba diciendo. 
Él escuchó con atención, aunque no era muy bueno en entender el italiano hablado. 
—«No se siente»… no… «No dispare»… tampoco… «No vomite»… no… ¡Sí! «¡No firme!». 
Lo oí antes que papá. Mientras Bocazas y Stef corrían yo le arranqué el papel de la mano a papá, de forma que la punta de la pluma manchó la chaqueta del señor Perkins. 
Rosanna vino con lo que había encontrado en mis pantalones mientras los doblaba en la roca: mi bolsa de las canicas. Pero ahora ya no había canicas en ella, ¿recuerdas? 
—Mirad —dijo Gordi, señalando las manos ahuecadas de Rosanna. 
Eran joyas. 
Rubíes, esmeraldas, diamantes, zafiros. Todos de la mejor calidad. Todos refulgiendo de vida con un fuego como extraterrestre a los rayos del sol poniente. 
Papá se volvió hacia el señor Perkins. 
—Creo que hoy no voy a firmar nada. 
Y partió en dos el contrato. 
La multitud lo vitoreó. 
Los Goonies nos juntamos y nos dimos un gran abrazo Goony. 

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