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Ocio y Cultura 03/09/2022 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Tropas del espacio' de Robert A. Heinlein

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"La Tierra, siglo XXIII: Johnnie Rico acaba de cumplir los dieciocho, y por fin se puede alistar en el Ejército para cumplir con el servicio de dos años, tras el cual, se convertirá en un ciudadano con derecho al voto. A instancias de un amigo, Rico se alista en la infantería móvil. Tras un duro periodo de instrucción en el campamento Arthur Currie, bajo las órdenes del sargento Zim, Rico se convirtió en un soldado cualificado. Mientras tanto, una especie alienígena con aspecto de insecto gigante ataca la Tierra con una violencia inusitada, convirtiendo la ciudad de Buenos Aires en un amasijo de escombros. Es el momento de que Johnnie Rico y sus compañeros prueben su valía en un combate real... en el espacio."

Este libro publicado en 1959, ganó el Premio Hugo (mejores obras de ciencia ficción) a la mejor novela en 1960. Fue llevado a película en 1997, por el director Paul Verhoeven, con el título: “Starship Troopers: Las brigadas del espacio”.



1. Extracto 1

En cualquier caso, en la Infantería Móvil todo el mundo baja a tierra y todo el mundo lucha, desde el capellán hasta el cocinero y el secretario del Viejo.

2. Extracto 2

No obstante, el último día trataba de averiguar, por lo visto, lo que teníamos aprendido. Una chica le dijo algo bruscamente: 
—Mi madre dice que la violencia nunca resuelve nada. 
—¿Qué no? —Dubois la miró furioso—. Estoy seguro de que los padres de la ciudad de Cartago se alegrarían de saberlo. ¿Por qué no se lo dice su madre? ¿O usted? 
Ya se habían enredado así antes; como no podían suspender el curso, no era necesario dar coba al señor Dubois. Ella dijo; 
—¿Se está burlando de mí? ¡Todo el mundo sabe que Cartago fue destruida! 
—Pues usted no parecía saberlo —replicó él secamente—. 

3. Extracto 3

—Muy bien. —Se volvió hacia nosotros diciendo—: Repitan conmigo: «Yo, mayor de edad, y por mi propia voluntad...» 
—Yo —repetimos por separado—, mayor de edad y por mi propia voluntad..., sin coerción, promesa ni inducción de ninguna clase, tras haber sido debidamente aconsejado y avisado acerca del significado y consecuencias de este juramento... Me enrolo en el Servicio Federal, de la Federación Terrena, por un plazo no inferior a dos años, y que puede prolongarse mientras las necesidades del Servicio así lo exijan... 

4. Extracto 4

Hay una antigua canción que asegura que «las mejores cosas de la vida son gratuitas». ¡No es cierto! ¡Es totalmente falso! Esa fue la falacia trágica que produjo la decadencia y el colapso de las democracias del Siglo XX. Esos nobles experimentos fallaron porque se había hecho creer a la gente que podían votar para pedir lo que querían, y conseguirlo sin esfuerzo, sin sudor, sin lágrimas.

5. Extracto 5

Aparte de la cuestión técnica de la deserción, Dillinger había cometido al menos cuatro crímenes capitales. Aunque su víctima no hubiese muerto, él habría bailado a los sones de Danny Deever por cualquiera de los otros tres: secuestro, petición de rescate, negligencia criminal, etcétera. 
No le compadecí entonces, ni ahora le compadezco. Ese viejo dicho de que «comprenderlo todo es perdonarlo todo» resulta muy falso. Porque hay cosas que, cuanto más las comprendes, más las odias. Reservo mi compasión para la pequeña Barbara Anne Enthwaite, a quien nunca he visto, y para sus padres, que nunca volverán a verla de nuevo.

6. Extracto 6

Aunque un juez haya de ser benévolo en sus propósitos, su sentencia ha de hacer que el criminal sufra o no hay castigo, y el dolor es el mecanismo básico, innato en nosotros merced a millones de años de evolución, que nos salvaguarda al avisarnos de que algo amenaza nuestra supervivencia. ¿Por qué ha de negarse la sociedad a utilizar un mecanismo de supervivencia tan altamente perfeccionado? Sin embargo, ese período estaba dominado por las teorías seudo-psicológicas y pre-científicas.

7. Extracto 7

Y ése fue el punto débil que destruyó lo que durante muchos años fuera una cultura admirable. Los gamberros que asolaban las calles eran síntomas de una grave enfermedad; sus ciudadanos (todos eran ciudadanos entonces) glorificaron su mitología de los derechos... y se olvidaron por completo de sus deberes. Ninguna nación así constituida es capaz de perdurar.

8. Extracto 8

La Operación Casa de Chinches hubiera debido llamarse Casa de Locos. Todo salió mal. Se había planeado como un movimiento general para poner al enemigo de rodillas, ocupar la capital y los puntos clave de su planeta y terminar la guerra. En cambio, casi la perdimos nosotros. 
No estoy criticando al general Diennes. No sé si es cierto o no que él exigió más tropas y más apoyo pero permitió que le anulara el mariscal en jefe. Tampoco era asunto mío. Además, dudo que alguno de esos sabelotodo conozca la totalidad de los hechos. 
Lo que sí sé es que el general bajó con nosotros y nos dirigió sobre el terreno, y que cuando la situación se hizo imposible, él en persona dirigió los ataques de diversión que permitieron que alguno de nosotros (incluido yo) fuéramos recogidos, y que por eso recibió la muerte allí mismo.

9. Extracto 9

Lamentablemente, no hay otro método, conocido de la ciencia militar, para distinguir a un auténtico oficial de una mala imitación con insignias en los hombres que la prueba del fuego. Los auténticos la pasan... o mueren con gallardía; las imitaciones fracasan lamentablemente. 
»A veces, al fracasar, esas malas imitaciones mueren. Pero la tragedia está en la pérdida de los otros, de los demás hombres buenos: sargentos, cabos y soldados, cuya única falta es su mala fortuna de hallarse bajo el mando de un incompetente. 
»Intentamos evitarlo. Nuestra primera regla insoslayable es que todo candidato ha de ser un soldado adiestrado que haya pasado la prueba de fuego, un veterano de bajadas de combate. Ningún otro ejército de la historia cumplió a rajatabla esta regla, aunque algunos se aproximaron a ello. La mayoría de las grandes academias militares del pasado, Saint Cyr, West Point, Sandhurst, Colorado Springs, ni siquiera simularon seguirla. Aceptaban a los muchachos civiles, los adiestraban, les daban un despacho y los enviaban, sin la menor experiencia de combate, a dirigir hombres. Y a veces descubrían demasiado tarde que el elegante y joven «oficial» era un idiota, un cobarde o un histérico.

10. Extracto 10

La base de nuestra moral es «todo el mundo trabaja, todos luchan». Un I.M. no anda buscando influencias para conseguir un trabajo fácil y seguro; ésos no existen. Por supuesto, un soldado trata de buscar lo mejor, porque a cualquiera con el sentido común suficiente para marcar el paso se le ocurre si no debería estar limpiando compartimentos o arreglando los almacenes; es el viejo derecho del soldado. 
Pero todos los puestos «fáciles y seguros» están cubiertos por civiles, y ese buen soldado está en su cápsula seguro de que todos, desde el general hasta el último mico, van con él. Tal vez a años luz, o en un día diferente, o quizás una hora más tarde, no importa. Lo que importa es que todo el mundo baja. Por eso entra en su cápsula, aunque no tenga conciencia de ello.

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