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Ocio y Cultura 19/12/2022 · Diego Fernández

10 anécdotas recopiladas del libro '¡A la orden, mi sargento!' de German Vaquero

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"Este libro tiene un compendio de cortas narraciones con las innumerables, curiosas y delirantes situaciones que ocurren a diario a lo largo y ancho del territorio español con agentes del Cuerpo y población civil como improvisados actores. Cientos de anécdotas que tienen dos objetivos claros y bien marcados: trasladar al público la cara más amable y humana de la Guardia Civil y arrancar una sonrisa de los lectores."

Ahora podrás leer diez anécdotas, recopiladas de este libro. A modo aclarativo, la palabra “caimán” en el argot policial, se refiere al guardia veterano que tiene muchos conocimientos adquiridos en los muchos años de servicios realizados.

1. Extracto 1

Academia de la Guardia Civil en Baeza.
Había un guardia alumno, que destacaba, porque cada vez que se aseaba, salía del baño desnudo, y así se dirigía por el pasillo de la compañía hasta su camareta.
Un día el cabo cuartelero dio la voz: ¡Compañía, el Coronel, firmes!
Todos los alumnos se pusieron firmes donde estaban.
El Coronel entró y se encontró al guardia alumno desnudo y comento: “Bueno, veo que ya estáis adaptados por completo a la Academia, algunos incluso parece que están en su propia casa”.
El guardia alumno, quedó bautizado como “el campana”.

2. Extracto 2

Cárcel Modelo de Barcelona, 1969
En unas de las garitas, situada en la parte alta del muro que rodea la cárcel, había un Guardia Civil de centinela.
La garita estaba cerrada con llave por el Cabo de la Guardia, para que ningún preso pudiera sorprender al centinela.
El centinela sufrió un apretón de vientre, y sacó un pañuelo. Allí depositó el “pastelito”, y lo ató.
Después, cuando no pasaba nadie por la calle, lo lanzó junto a un árbol.
Al rato, pasó un hombre mayor, y al observar el pañuelo atado, se lo guardo debajo de la pelliza y continuó andando. 
Unos metros más adelante, desató el pañuelo, y al encontrarse el “pastelito”, se sorprendió  lo lanzó al aire y echo a correr, pero la mierda al caer le alcanzó.

3. Extracto 3

Estaba un Guardia Civil novato cogiendo una denuncia a un vecino del pueblo llamado Eulogio, el cual manifestaba que le habían entrado en casa y le habían robado las escrituras. Describiendo a los autores del robo como duendes gigantes.
En ese momento entró el sargento, y reconoció a Eulogio. Le dio una jaula de canarios, y le dijo: “el día que me traigas uno dentro, te mando todas las patrullas”.
Semanas después regreso Eulogio al cuartel diciendo que los duendes gigantes estaban en su casa. El guardia caimán le dijo al guardia novato:
- Coge un cubo y una brocha gorda. 
- Vale
- Ahora, dale un beso a la estatua de la Virgen del Pilar.
A continuación, el caimán también le dio un beso a la Virgen y se la ofreció al denunciante que hizo lo mismo.
Entraron el caimán y el novato con el cubo y la brocha en casa del denunciante.
- ¡Fuera de aquí malditos duendes, dejad en paz a Eulogio!
Con un hierro el caimán golpeaba el suelo:
- ¡Toma! ¡Toma, maldito duende!
Al rato salieron el caimán y el novato con un cacho de tela de la casa del denunciante.
- Ten, esto es lo que ha quedado de ellos, nunca más volverán a molestarte.
- -Gracias, agentes, gracias.

4. Extracto 4

En una residencia de ancianos, estos, se amotinaron, llegando a agredir al personal que allí trabajaba. Para allí se dirigieron dos Guardias jóvenes, y observaron que la situación era difícil de sofocar.
Estos guardias llamaron a un guardia caimán que había trabajado 36 años en el mismo pueblo, y que ahora se encontraba en situación de reserva (prejubilación).
Al llegar el caimán dijo:
- ¿Para esto me habéis llamado?
Observo la situación, y continuó:
- ¡Quieto todo el mundo! ¡Quieto todo el mundo! En la recepción de esta residencia se encuentra el Generalísimo don Francisco Franco. El Caudillo viene hasta aquí para reclutar soldados, así que todo el que esté dando por saco que vaya haciendo el petate que nos vamos al tercio de África, y no quiero ni una palabra, que a Franco ya lo conocemos todos.
Los abuelos, comenzaron a meterse en sus habitaciones.

5. Extracto 5

Finales años 80 y principios 90, en la carretera N-IV, cerca de Écija.
Un abuelete cincuentón circulaba con su mobilette. Observó algo en la cuneta, que le parecía una parrilla para hacer barbacoas. Ató a la mobilette la barbacoa y continuó la marcha. 
Sin embargo, y después de recorrer un par de kilómetros con su nuevo artilugio, oyó tras de sí las sirenas que emitía un Renault 4TL de la Guardia Civil. Asustado, y viendo que la cosa iba con él, paró su ciclomotor y, aun sabiendo que no había hecho nada, tembloroso, se bajó y permaneció de pie hasta la llegada de los agentes. 
-Buenas tardes, agentes ¿ocurre algo?
-¿A dónde va usted con eso? 
-Eso es una parrilla que me he encontrado en la cuneta, no la he robado, me la he encontrado, se lo juro por Dios.
-¡Qué parrilla ni qué puñetas, hombre! Se acaba usted de llevar el radar de velocidad de la Guardia Civil -contestó el guardia, perplejo ante tal respuesta. 
-¿Un radar? Yo pensé que era una barbacoa que habían abandonado en la cuneta, con eso de que ahora las hacen tan modernas... Yo le vi las tres patas para sujetarla y la parte de arriba plana para echarle la leña..., pues me la llevé. 
-Una barbacoa... -replicó irónico el otro guardia. 
-No pensé que fuera una máquina de esas de echar afotos a los coches, lo prometo, si no ni la hubiera tocado, lo juro por Dios -añadió de buena fe y disculpándose. 
-Ande, devuélvanosla y tire para casa, que vaya tela con la parrilla -concluyó el agente.

6. Extracto 6

Extracto 6
Octubre en Extremadura.
Un puesto de la guardia civil, recibe el aviso de un par de señores que han visto luces en el cielo hacia el monte. Y que es una zona que no ha estado iluminada.
Allí se dirige una patrulla de la Guardia Civil, y observan lo mismo, pero las luces están lejos de carretera y no pueden precisar más. Pasan la novedad a la central. Son unas luces azuladas, en forma de cuadrado de grandes dimensiones.
La patrulla informó al comandante de puesto y al teniente adjunto de la compañía.
De nuevo se dirigieron al lugar la patrulla con cámara de fotos y video, así como dos patrullas limítrofes, una patrulla del SEPRONA y el teniente.
Cuando la carretera no permitió avanzar más, avanzaron a pie a través de la maleza. Veían las luces en forma de cuadrado. A unos cien metros del presunto ovni, observaron que se trataba de un cartel rodeado de bombillas que ponía: “Granja de animales, se venden huevos y pollos”.
Debajo de él, se encontraba el dueño de la finca.
-¿Qué es lo que pasa? ¿Ocurre algo con el cartel? ¿No está permitido ponerlo?, ahora mismo lo quito -exclamó acongojado el pobre granjero.
–No, no caballero, está perfectamente. Buena forma de atraer compradores, desde lejos parece otra cosa, buen marketing -dijo sonriendo el teniente. 
-Es que lo acababa de terminar y estaba probando las luces –respondió.

7. Extracto 7

En un aeropuerto español, se encontraba un guardia civil con su perro entrenado para detectar droga.
La gente pasaba y casi todo el mundo se quedaba maravillado mirando al perro que, panza al suelo, poco caso hacía a las llamadas de los viajeros. Los niños, como de costumbre, se acercaban y acariciaban su pelaje.
Sin embargo, en un momento dado, el perro se levantó haciendo caso a la llamada de una joven. La mujer, de unos treinta años, se alegraba de ver cómo el perro se le arrimaba y comenzaba a acariciarlo y a lanzarle piropos. Su marido sonreía al ver la estampa, a la vez que preparaba su cámara para fotografiar la escena. Entonces, el guía del perro se acercó a la feliz pareja y, dirigiéndose a la señora, dijo: 
-Buenas tardes, señora.
-¡Qué perro más bonito..., y qué cariñoso..., y viene vestido de la Guardia Civil, qué gracioso! -exclamó la mujer que, de rodillas, acariciaba al perro. 
-Bueno, en realidad, cariñoso, cariñoso no es, señora -respondió el cuidador del animal. 
-¿No? Pues mira, a mí no me quita el ojo.
 -Ya veo que no se aparta de usted señora, pero... 
-¡Qué gracia, por Dios! -añadió eufórica. 
-¿Gracia?, gracia la que le va a hacer a usted saber que este perro pertenece al servicio antidrogas del aeropuerto y es experto en detectar sustancias psicotrópicas y estupefacientes. Reacciona, como usted bien dice, cariñosamente única y exclusivamente cuando encuentra algo sospechoso. ¿Podría acompañarme a nuestra oficina y enseñarme su maleta, por favor? 
Imagínense la cara del joven matrimonio cuando les fueron explicadas las cualidades por las que destacaba el majestuoso pastor alemán. Si bien no era gran cosa lo que llevaba la mujer en su bolso, algo más de 10 gramos de hachís, desde luego, se le quitaron las ganas de acariciar al perrito.

8. Extracto 8

En un Puesto de la Guardia Civil de Sevilla, se persona un ciudadano informando que ha visto un tigre suelto en un puente.
Una patrulla se dirige al lugar, y un guardia al observar por un lado del puente, dijo:
-¡El tigre está debajo del puente!
La patrulla informa a la central de los hechos.
Llegó otra patrulla en apoyo. Y tras acercarse y alejarse en un par de ocasiones al tigre. Un guardia dijo:
- Tiene algo en la cola, es como…como un plástico o un papel.
- Sí, es verdad, es una etiqueta. – dijo otro-.
Era un peluche gigante.

9. Extracto 9

Extracto 9
A finales de los noventa. Una monja informa a la Guardia Civil del intento de robo en un convento.
Al lugar se dirigen un guardia caimán y un guardia alumno.
La monja les lleva al salón donde se habían producido unos daños, y luego se va para traerles unos dulces y una limonada.
El caimán, mientras, entra en otra sala contigua, levanta la pierna izquierda 30 grados y se tira un cuesto.
Retumba la sala, el caimán mira detrás para ver si alguien ha presenciado el estruendo. A pocos metros estaba el guardia alumno, comiéndose casi íntegramente el pedo.
- ¡Madre del amor hermoso! Exclamó la monja, sujetándose como podía su hábito con una mano y usando la otra para taparse nariz y boca. La pobre se había asomado para ver qué podían estar haciendo aquellos hombres en el salón y, habiendo pecado de curiosa, se había comido parte de la “tarta”.

10. Extracto 10

Calabozos de los juzgados de Sabadell
Un guardia civil vestido de paisano, que custodiaba a unos detenidos, se metió en un calabozo para hablar con uno de ellos. Cerró la puerta del calabozo, pero sin echar la llave.
Al rato, el guardia civil vio que la señora de la limpieza estaba trabajando a unos metros. Salió del calabozo y la saludó.
- ¿Qué tal señora? 
La señora al verle salir del calabazo, no sabía que era guardia civil, se puso a gritar.
- ¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Qué se escapa!
Al oír los gritos, llegaron el resto de los guardias civiles, y la convencieron, que el civil que salía del calabozo, era otro guardia vestido de paisano.

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