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Ocio y Cultura 19/10/2023 · Diego Fernández

10 extractos del libro 'Mujeres de ETA. Piel de serpiente' de Matías Antolín

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Idoia López Riaño “La Tigresa”, componente de comando Madrid en su etapa más sangrienta, ha participado en más de veintitrés asesinatos; Soledad Iparaguirre “Anboto”, perteneciente a la línea dura de la organización, ha sido la única mujer que ha dirigido el aparato militar de ETA; Mercedes Galdós “La Monja”, considerada una de las más despiadadas, ha intervenido en numerosos atentados, entre otros el que le costó la vida al General de la Guardia Civil Juan Atares Peña; Josefa Enarga Esnoz fue el cerebro de la matanza del Hipercor, en la que murieron veintiuna personas. Son algunas de las mujeres de ETA, mujeres que se mueven en la sombra y a las que apenas podemos vislumbrar en las borrosas imágenes de una detención o en una cárcel de la policía. ¿Qué motivos las han llevado a renunciar a la familia y a los hijos por la lucha clandestina? ¿Cómo son sus relaciones con los hombres de la banda? ¿Qué las diferencia de ellos en su Manera de actuar?

El libro 'Mujeres de ETA. Piel de serpiente' en la librería

1. Extracto 1

Idoia López Riaño “La Tigresa”
Su exultante belleza y su sangre fría convirtieron a «La Tigresa» en uno de los personajes más temidos de ETA. Sus armas eran la pistola y la seducción. Un día, tuvo un accidente de coche y se ligó a un guardia civil del cuartel de Intxaurrondo mientras intercambiaban los documentos de sus vehículos. La relación duró varios meses.

2. Extracto 2

Idoia López Riaño “La Tigresa”
Hija de emigrantes salmantinos, Melchor López y María Riaño, desde muy joven se imbricó en ambientes abertzales. Su primer novio, José Ángel Aguirre Aguirre, la integró en ETA. En una época les conocieron como «Bonnie and Clyde», pues atracaban bancos para financiarse. Su bautismo de sangre fue en Irún donde asesinaron el 16 de noviembre de 1984 al ciudadano francés Joseph Couchot; le acusaron de pertenecer al GAL. El 22 de febrero de 1985 asesinó en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa) al marinero Ángel Facal, acusándole de ser traficante de drogas. El 12 de mayo de ese mismo año, dio muerte al policía Antonio García en San Sebastián. Todo cambió en su vida el día en que su novio fue detenido en el atraco a una sucursal de la Caja Postal de Rentería. Idoia, después de esto, pasó la muga (frontera) y se instaló en Iparralde (País Vasco francés). No le gustaba vivir allí, se aburría, y la rebelde etarra atravesaba la frontera muchos fines de semana para correrse sus juergas por el casco viejo de Donosti con su cuadrilla de amigos. Como era tan temeraria, la cúpula etarra decide integrarla en el talde (comando) más célebre y más importante de la organización: el comando Madrid, el comando más letal y certero que jamás tuvo ETA.

3. Extracto 3

Idoia López Riaño “La Tigresa”
Sus frecuentes ligues hacían que pasara muchas noches fuera de los «pisos francos». Esto era una indisciplina grave. Sus compañeros tenían que salir de esas casas y pasar a los «pisos de seguridad». Tampoco solía ir a las citas convenidas por el comando. El resto de etarras no sabía si había sido detenida y podía delatarles o si era otra gamberrada de Idoia. Al final, siempre aparecía como si allí nada hubiera pasado. La policía era sabedora de las aventuras de «Margarita» y en una ocasión intentó detenerla en su discoteca preferida en Madrid, Cobre, que estaba cerca de la plaza de España. Montaron un cebo con un policía con pinta de galán, pero no mordió el anzuelo.

4. Extracto 4

Idoia López Riaño “La Tigresa”
Me contó Soares Gamboa que cuando, después de un atentado en Madrid, regresaban a Francia en un camión-zulo, el cumplimiento con sus necesidades fisiológicas se concretaba en aguantar hasta reventar. El miedo también regula lo suyo. Para los varones de ETA, una botella de agua mineral vacía era más que suficiente en casos menores; para las mujeres, un embudo y botella adjunta (aunque distaba mucho de ser la solución ideal, pues el camión iba dando bandazos continuamente). La única ocasión en que una persona del comando Madrid tuvo en esos viajes a Iparralde otras necesidades mayores recayó —¡cómo no!— en la «reina» (Idoia). Esta etarra dejó al resto del comando en una bolsa de plástico un regalito «Chanel, número 5» durante muchísimas horas. Para «La Tigresa» jamás se hicieron los temores; ni su cuerpo regulaba. Mientras los demás databan de hacer menos penoso el viaje, ella les regalaba aquello que intentaban evitar.

5. Extracto 5

Belén González Peñalba “Carmen”
«Carmen» mantuvo una relación sentimental con «Antxon» (siniestro personaje que había fardado de ser «el interlocutor» de ETA con el Gobierno, de ser el cerebro de la cúpula etarra, pero que ante el juez Javier Gómez de Liaño negó ser de la organización). La verdad es que él siempre quiso ser etnólogo; se pensó durante un tiempo que era homosexual. «Carmen» fue su dama de honor desde que ambos fueron confinados en Argel y más tarde en la República Dominicana. Horas antes de subir al avión que les conduciría a Santo Domingo, se produjo un cambio en el grupo de etarras: Félix Manzanos y Rosa Alkorta salieron del equipo y en su lugar entró Belén González, «Carmen». En el mismo avión, un Hércules C-130, «Antxon» les contó que el Gobierno español quería separar a las parejas estables, pero que al final él había logrado que no fuera así. Utilizó su estatus en beneficio propio y así pudo viajar con su novia. Mientras al resto del grupo nadie les avisó del día de la expulsión de Argelia y se fueron al Caribe con lo puesto, «Antxon» y «Carmen» llevaron ocho maletas bien repletas, ordenadores personales aparte; de nuevo hicieron uso de información privilegiada en su favor, desentendiéndose de las necesidades del resto. Me contaron que los militantes de ETA evitaban acercarse a la boca de «Carmen», no porque fuera un claro objeto de deseo sensual, sino porque su halitosis era peor que una bofetada.

6. Extracto 6

Soledad Iparaguirre “Amboto”
Desde que murió su novio José Manuel Aristimuño, «Pana», en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad del Estado el 29 de marzo de 1981, a Soledad se la tiene por una etarra muy radical y peligrosa, pues juró odio eterno a la Policía y a la Guardia Civil. Me cuentan los que la conocieron que es igual de cachonda que Idoia, «La Tigresa»; también le encantaba irse de juerga perdiéndose en la noche madrileña. Fue miembro en los años ochenta del comando Araba y se incorporó en los noventa al comando Madrid.

7. Extracto 7

Dolores González Catarain “Yoyes”
Esta mujer de ETA, en su infancia, quiso ser monja, soñaba con ser misionera. Pero le influyó mucho leer el Diario de Che Guevara y las teorías abertzales del etarra Xabi Etxebarrieta, «el primero que mató y el primero que murió» (éste fue el primer miembro de ETA que mató; después fue muerto en un enfrentamiento con la Guardia Civil).

8. Extracto 8

Dolores González Catarain “Yoyes”
Fechas antes de regresar a Ordizia, escribió una carta manuscrita que fue hallada después de su muerte. Decía: 
«Yo, María Dolores González Catarain, declaro haber sido amenazada por ETA al enterarse ésta de mi intención de regresar del exilio para vivir en Euskadi Sur junto a mi familia. Tengo la firme convicción de que la seguridad personal no peligra por el lado de las fuerzas de seguridad españolas, que mantienen a este nivel una política de tolerancia bien conocida en los círculos políticos. Por tanto, afirmo que la responsabilidad de mi muerte corresponde a ETA. Conozco las consecuencias de esta afirmación, pero aun sin estar de acuerdo con la política del Gobierno español frente al problema vasco, es inaceptable que una organización que se dice revolucionaria utilice tácticas fascistas, o estalinistas, como más guste, con los miembros que en algún tiempo (lejano en mi caso) formaron parte de ella. El silencio es cómplice.»

9. Extracto 9

Mercedes Galdós “La Monja”
Un comandante y dos policías 
Abril de 1984. Día 13. Mercedes Galdós se cita con otros militantes de ETA en la residencia Virgen del Camino; allí le hacen entrega de un bidón que contenía unos quince kilos de goma dos, varios kilos más de tornillería, así como un receptor de frecuencias. Desde la calle La Rioja de Pamplona, donde vive, sale junto a «Txori» y «Txato» hacia Mercairuña; Mercedes se queda al volante y son ellos los que van en busca del comandante del Ejército Jesús Alcocer, al que asesinan. De allí se dirigen a la ronda de Ermitagaña, donde «Txato» conecta la carga explosiva que llevan en el coche y se marcha con «Txori» a casa. Es el turno de Mercedes Galdós; la dama del crimen primero se dirige a un piso franco que tiene en la avenida de Bayona; allí se cambia de ropa y se disfraza de monja de la caridad. Baja a la calle, prepara el emisor de frecuencias y espera a que llegue la policía a las inmediaciones de su Renault 18. Sucedió lo programado: dos policías nacionales se detuvieron a inspeccionar el vehículo y «La Monja» accionó el emisor de frecuencias que produjo una gran explosión y la muerte de los policías.

10. Extracto 10

Mercedes Galdós “La Monja”
De monja a embarazada 
30 de mayo de 1985. La mente criminal de «La Monja», habiendo escuchado a través de su escáner que cada vez que se producía un aviso de algún acto delictivo, la policía se presentaba rápidamente en el lugar con uno o dos coches, decide buscar un sitio para tender una trampa mediante falso aviso por llamada de teléfono; se trataría de colocar una carga explosiva para asesinar a los policías que acudieran engañados por el cebo de la llamada. Elige la calle Bajada de Javier, que es poco transitada, estrecha y posee muy buena visibilidad desde la plaza del Castillo. Encarga a su compañera Ana Gastesi que haga una llamada al 091 para que acudan al lugar indicado. Esa noche, Mercedes Galdós deja los hábitos de monja y se disfraza de embarazada portando en una bolsa el artefacto (dos kilos de goma dos). Fue en autobús hasta el paseo Sarasate y de allí a pie hasta la plaza del Castillo, donde estaba citada con José Ramón Artola, que iba con un coche y al que dice que enchufe el emisor y que la espere allí. Ella se dirige al lado del frontón Labrit; aquí se encuentra con Ana Gastesi, a quien pide diez minutos de margen para que le dé tiempo de colocar la carga explosiva y que después haga la llamada. Desde el coche de José Ramón observa cómo se acerca la policía; sin dudarlo acciona el mando a distancia y… En el atentado murieron un policía nacional y el niño Alfredo Aguirre.

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